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EcoCidioParaíso / hedonismoreal

jueves, 3 de julio de 2008

EcoCidio

¿Para qué sirven las intituciones y el poder central? cuando incluso las ordenanzas del Tribunal Supremo se ignoran por completo...

Publicado por Cruzando el río Orinoco836-2009 en 12:15 5 comentarios:

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Cruzando el río Orinoco836-2009: Caracas, Venezuela; David hedonismoreal@yahoo.es

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EcoCidio

“Muchas veces el criminal no está a la altura de su acción…”
Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, p. 103

El hombre desde sus inicios busca técnicas o formas para ejecutar cualquier tipo de expansión y lograr así su supremacía sobre la naturaleza, siendo así el enemigo numero uno de la tierra, ente contra el cual nos enfrentamos a diario, extinguiéndole poco a poco e irónicamente extinguiéndonos a nosotros mismos como concecuencia directa.
Caracas, Venezuela : tras venir con continuas elecciones en los últimos nueve años -las cuales se han prestado como excusa perfecta- y con la actitud de los mecanismos reguladores del estado como: el Ministerio del Ambiente, alcaldias y gobernaciones, Guardia Nacional, Tribunal Supremo de Justicia, y demás instituciones, -ya sea por intereses políticos, particulares, económicos o por deficiencia en la gestión- los cuales se hacen de la vista gorda -se ha convertido en una costumbre la destrucción de manera salvaje del medio ambiente ( nuestra flora y fauna) a través de las proliferas invasiones que aún siguen produciéndose pese a la actual bonanza petrolera.
No sólo cabe preguntarse ¿a dónde va el dinero? Si no preguntarse también ¿que pensamos hacer? Considerando nuestra historia de bonanzas petroleras, como la de inicios del siglo pasado, caracterizada por el crecimiento urbano de la ciudad favoreciendo el desplazamiento de personas del interior ,quienes vinieron a la capital caraqueña en busca de mejores ofertas y mejoramiento en su calidad de vida, siendo estas las fundadoras y primeros pobladores de la gran mayoría de las barriadas con las que actualmente convivimos y que forman parte irrestricta de nuestra ciudad, valdría preguntarse: ¿Quiénes realizan las invasiones hoy en día y por qué se permite la apropiación ilegal, especialmente, de terrenos que forman parte de una riqueza natural nacional?
Una de estas invasiones se presenta en la montaña del parque recreacional Vicente Emilio Sojo, pulmón vegetal aledaño al Paraíso y Montalban , el cual pertenece a la zona protegida de Caracas.
El tribunal 34 de control ordenó el desalojo inmediato de los invasores el 12 de junio del 2006, al igual que la destrucción de cualquier tipo de edificación o construcción dentro de dicho parque, medida que debió ser acatada por el destacamento 51 de la Guardia Nacional de inmediato y orden ésta que no se ha cumplido aún pasado ya más de dos años.
Desde aquel entonces los invasores defienden su posición diciendo que el terreno en cuestión no es parte del parque nacional, siendo esta una de las razones por la cual no pretenden abandonar de manera voluntaria la montaña. Además se cobijan por el derecho constitucional a la vivienda -que tienen todos los ciudadanos y ciudadanas- y además, por la falta de respuesta del Estado en la solución de sus problemas inmobiliarios. Alegan, incluso, una supuesta conveniencia del gobierno a permitir las ocupaciones porque ellos son votos activos para las elecciones. La solución que ellos plantean, en resúmen, es que se les deje en el lugar con la promesa de que no van a multiplicarse o en su defecto, desalojar la zona cuando el gobierno estatal les consiga una vivienda.
El problema se torna aún peor al saberse que algunas personas, quienes juegan con las necesidades de estos, crean mafias que se encargan de vender terrenos que no les pertenecen, delimitándolos en parcelas de 3 x 3 y vendiéndolas luego a un precio de 3 millones (3 mil bolívares fuertes), desforestando en sólo dos años aproximadamente ya una cuarta parte de la montaña.
Por otro lado, el argumento empleado por el grupo de invasores sobre esa necesidad de vivienda se ve obscurecido por la cantidad de carros último modelo que se apostan, generalmente en horas de la noche, en los alrededores del terreno .
En el trascurso de este año se realizó un censo realizado por una institución del Estado durante el cual se pudo conocer que allí en esa zona del parque habitaban 215 familias –aunque algunas fuentes no oficiales afirman que son 350.
Igualmente, el día 16 de mayo del año en curso se procedió a desalojar algunas casas -las cuales, según uno de los funcionarios policiales a cargo, no estaban habitadas- y a decomisar materiales de construción. Sin embargo, desde la fecha no se ha conocido otra acción o intención de desalojo por parte de la institución policial.
Se ha podido observar que en víspera de las elecciones del diciembre próximo las edificaciones irregulares se multiplican cada día más a un indómito rítmo, y los vecinos siguen viendo con preocupación la forma como se sigue llevando a cabo esta deforestación a la montaña y de todo el ecosistema que ella aún resguarda -con una descarada impunidad maquiavélica por parte de los que deberían ejecutar la orden judicial emitida- , muriendo así lentamente el hábitat de este parque , dando paso al naranja de la tierra desnuda y de los ladrillos que se levantan sobre el verde que prevalecía en el área. Sin temor a parecer exageraciones, no es extraño que la cantidad de aves –por señalar algunos animales- ha disminuido los árboles son ahora sustituidos por escalinatas rudimentarias que se alzan con la mirada indiferente de las autoridades.
Toda esta situación ha sido la razón por la cual se decidió abordar este tema tan actual y olvidado. Debido a la indiferencia en la que aparentemente gran parte de nuestra población esta sumergida al irrespeto o poco interés en la defensa de nuestras zonas verdes y de nuestros parques.
No con esto se pretende ocultar los problemas que causan las invasiones y mucho menos se pretende negar la difícil situación imobiliaria, pero la intención es hacer ver que las invasiones - además a niveles incontrolados y justificandose en dicha necesidad- sean la excusa y la vía más “sencilla” (pese a todos los riesgos) para resolver un problema aparentemente transparente o traslúcido para el gobierno central .
Es por ello, que quizás este trabajo sea la ventana por medio de la cual no se llegue a las soluciones pero si tal vez pueda ser una forma de dejar claro que más convendría revisar si realmente conforta una solución la construcción en zonas protegidas o si más bien no constituirá un problema mayor para las generaciones futuras.
Es entonces una obligación revisar las múltiples aristas que se generan de esta situación, varias ya mencionadas, ejemplo: la conveniencia o no, de ideales políticos "revolucionarios" y los cuales se han convertido en bandera de los invasores, ideales estos que se acaban en el momento en que más allá de las invasiones se desenmascara el enriquecimiento de personas que se benefician a través de la pobreza y miseria del otro, sin concientizar lo que esto puede afectar y afecta a toda una comunidad , por ende, a la ciudad y al país entero.
Esto se menciona porque hace falta revisar que no se trata de etiquetar a los invasores dentro de alguna tendencia política, pues la intención es demostrar que pese a las razones humanas y comprensibles, la población no entiende la importancia de nuestros espacios verdes. Las contiendas, los fines e intereses políticos de cualquier tolda no pueden ser la excusa para seguir dando pie a construcciones que terminan afectando también a los mismos invasores.
Estos además ya han constituido su concejo comunal y han demostrando a través de documentos los cursos que han realizado en el Fondo de Desarrollo Microfinanciero y en la Escuela de Planificación de la Rinconada, cursos que los ayudó a organizar dicho consejo, obtener su RIF e incluso, recibir financiamientos y ayuda por parte del gobierno central.
Si bien existe el derecho de todas las comunidades a “asociarse” y a crear consejos comunales -siendo este una herramienta legal que tienen las mismas para encontrar y llevar a cabo las soluciones que dentro de ellas se generen- también es cierto que todo ciudadano y ciudadana tiene derecho a salvaguardar las zonas que también le pertenecen porque forman parte del bien común y nacional.
La necesaria, urgente pero ineficaz respuesta del Estado y sus intituciones no ha hecho sino generar más caos y además ha fortalecido el movimiento invasor no sólo en estos terrenos sino en todas las demás zonas verdes, dejando sin respuesta a esa otra cantidad de vecinos que han exigido el inmediato desalojo de la montaña, amén de decir que estos fueron respaldados por la orden judicial mencionada en las primeras líneas de este trabajo.
La gravedad de las invasiones bárbaras ecocidas –como la aquí expuesta- no es que sólo traen repercuciones como la destrucción del medio ambiente si no que también traen a la par un directo incremento de la inseguridad para los vecinos que viven en zonas aledañas –especialmente el Paraíso- al igual que la obstrucción de la vialidad por la basura que es lanzada a la carretera, el deterioro del asfalto por la improvisación de desagues de aguas negras provenientes de las construcciones irregulares, convirtiendo incluso a la misma montaña en un vertedero de escombros y desechos.
Pero para resumir algunas de los peligros que corre la comunidad entera y lo que la falta de solución genera, se mencionan:
1. Deterioro del ecosistema.
2. Inseguridad
3. Empeoramiento en la calidad de vida no sólo para los invasores sino también para los vecinos de zonas circundantes que se ven afectados.
4. Desorden y caos en cuanto a la concurrencia del tráfico de esa zona.
5. La falta de servicios públicos como el aseo urbano, cuya ausencia produce epidemias y bacterias.
La cuestión es dejar claro que el crecimiento a un ritmo acelerado de edificaciones en zonas protegidas y a su vez, de población en la capital, ha generado un desinterés general y también un irrespeto hacia los espacios verdes que constituyen una de las pocas fuentes de oxígeno de esta ciudad (por no mencionar el macro que significa en el escenario mundial cada verde pequeño espacio , y el cual se ve cada vez más afectado por consecuencias “similares” ).
La indolencia tal como ha pasado en años anteriores genera una calidad de vida escasa y las personas se acostumbran a vivir con lo poco que tienen en condiciones precarias.
Es importante mencionar que no se trata tampoco de estar a favor de urbanizar una montaña virgen con edificaciones en estado óptimo o lujosas, pues queda claro que la resistencia de muchos de los vecinos se debe a que se trata de un lugar en que no podría realizarse ningún tipo de construcción.
La dejadez por buscar soluciones y la flojera que conduce al inmediatismo no ha hecho sino complicar la situación y convertirla en un problema de largo alcance.
El interés de este reportaje es entonces testimoniar la manera como se ha venido dando esta situación que comenzó con tres ranchos en el 2006 y que ahora es el albergue de 215 a 350 familias y reflejar el grave daño ambiental que ha causado la deforestación de 3mil metros de terreno mínimo .
Probablemente esto no sea siquiera la via para solucionar la problemática pero se insiste en que es una base audiovisual que certifica la forma progresiva en que se ha deteriorado uno de los pocos pulmones que aún quedan en la ciudad.
Se hace enfásis también en que la intención no es tampoco satanizar sino tratar de exponer la poca importancia que a través de todos estos años ha internalizado el venezolano: pues hasta que el problema no llegue hasta su puerta no va a haberse afectado.
Es por ello la importancia de describir un problema que compete a los vecinos, a los invasores y también a todos quienes habitamos en la capital caraqueña, ya que -como ocurre con la improvisación de viviendas en zonas protegidas o inahabitables- la insalubridad del espacio genera un problema “colectivo”, aún estamos a tiempo de recuperar el verdor de este parque ,sólo que debemos actuar ya,de lo contrario será una triste pérdida que lamentaremos a futuro tanto los invasores como el caraqueño en general.

hedonismoreal@yahoo.es